La persona que mereces, es aquella que teniendo la libertad de hacer lo que quiera . . te elige a ti en todo momento.

Hasta el momento en el que ya no sientes nada, cuando lloras hasta que se te acaban las lágrimas y te ahogas por dentro. Dando a conocer lo más noble de la condición humana. Cuando te armas de valor y después de sufrir tanto, piensas que merece la pena luchar por ello. Luchar por una mirada que lo diga todo y no diga nada. Por un beso que sea capaz de hacer vibrar nuestra estructura molecular. Por un abrazo que estimule nuestros labios haciéndonos sacar la más sincera, tierna y silenciosa sonrisa.
Después de creer que merecía la pena darlo todo de esforzarse, de luchar en una guerra de la que todas las batallas están perdidas…
Desistes.
Ya no hay nada que te haga seguir, sólo ese sentimiento que no está, sólo él sería capaz de liberarte de todo dolor de toda traición.
Ya es cuando sientes que la felicidad se te a escapado de las manos, que te desesperas de esperar. De querer volver atrás. De no entender lo que sientes, ni lo que haces mal. De tener ganas de cometer el error más grande del mundo.

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