La persona que mereces, es aquella que teniendo la libertad de hacer lo que quiera . . te elige a ti en todo momento.

No hay dolor más grande que el que sientes cuando ya no sientes nada. Y aun así se sigue sintiendo algo. Algo tan grande que te corre por las venas, que se hace parte de tu sangre. Se mete en tus huesos como el frío de un invierno polar. Que se apodera de tu mente iluminando un gran vacío. Te vacía dejándote completamente sin sentir, sin ser. 

Sí, escribo sobre la soledad. Pero la soledad se siente después de haber sentido algo grande, bonito, fuera de lo común, algo que destaca sobre lo especial.... 


Intento recordar en qué momento comenzó todo. Explorando en mis recuerdos. Acordándome de cada pequeño detalle.. 
El tono exacto del color de sus ojos. La textura de su voz. La sensación de su piel. Sus manos rozando las mías al tomarlas para caminar juntos. Millones de sensaciones. Planes para un futuro, experiencias nuevas.. 
Ese amor fue verdadero... fue duradero y mutuo. 
Pero a esa historia le faltaban los mejores momentos... Quedaba mucho por hacer. Hacía que sintiera la necesidad de compartir tantas cosas con él. 

Y entonces es cuando me doy cuenta de que, por mucho que me esfuerce, nunca volveré a sentir lo mismo. Nadie conseguirá igualarlo y mucho menos mejorarlo.. Momentos maravillosos que han sido únicos, especiales. No se volverán a repetir, no volverá el tiempo atrás. 

Lo peor de todo es que le echo de menos... Veo esa carta en la que se abría a mi, dando a conocer sus sentimientos más profundos. Su ilusión, su amor. Mensaje escrito desde su corazón. Hacía una gran promesa, y es que pondría todo de su parte para que esa historia fuese para siempre.

Me acuerdo bien de esa tarde, esos besos.. Y vuelvo a poner nuestra canción. Me acuerdo de cuando me entregó ese regalo suyo.. Era una promesa. ¿Tan difícil era mantenerla?

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